“Mi amor por los animales comenzó de chico, como algo natural heredado; mi casa fue mi mejor zoológico cuidando arañas, víboras, gallinas, hasta almorzar con un lagarto debajo de la mesa y el mono Gastón, colgado arriba de la lámpara, siempre había un perro y un gato atados a mi tobillo. Y en el campo, se fue gestando “el zoológico” de animales muy grandes con caballos, vacas, toros, ovejas, cabras, y por supuesto, también los perros de mi manada”. (Francisco García Ibar)
