Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail

“Mi consejo para fotógrafos emergentes es que tomen fotos todo el tiempo porque a veces en los momentos más inesperados uno logra capturar imágenes que resultan ser inolvidables. Que presten atención a la luz…la luz es todo en la fotografía, y es un ejercicio aprender a descubrirla y  apreciarla”.

De este modo y con estas textuales palabras, la joven y talentosa artista argentina Cecilia de Bucourt, quien está viviendo actualmente en New York, hija de nuestra gran amiga Tini de Bucourt, comenzó a contarnos sus historias llenas de arte…

- Cecilia, ¿cuándo comenzó tu amor por la fotografía?

Mi amor por la fotografía empezó cuando era muy joven. Tengo un muy lindo recuerdo…era mi cumpleaños número  doce y mi mamá me preguntó qué quería como regalo. Yo tenía una cámara de fotos, de esas viejas, que solo uno podía usarlas manualmente pero no sabía manejarla, así que le pedí que me regalara un libro de técnica para aprender a sacar fotos y con ese libro aprendí las reglas básicas de la fotografía. Yo iba con mi cámara a todas partes, era y sigue siendo, una extensión de mi brazo. Hasta en el viaje de egresados, cumpleaños y reuniones escolares, yo llevaba mi cámara y le sacaba fotos a todos mis amigos y compañeros del colegio. Desde muy chica ser testigo de momentos y capturarlos en una imagen es muy importante y muy apasionante para mí.

-¿Cómo definirías tu estilo tan personal?

El estilo que define mi fotografía, empezó hace unos siete años cuando descubrí la pasión por el baile. Yo estaba pasando un momento muy difícil en mi vida, y necesitaba mover mi cuerpo y encontrar algo que me mantuviera conectada con mi alma y con mi cuerpo. Y a través de una recomendación de una amiga, tomé mi primera clase de ‘pole dance’. Puedo decir que en contra de muchos estigmas sobre este baile, es un arte y es un deporte de mucha disciplina y plena dedicación. Fue la primera vez que aprendí a apreciar mi cuerpo, a aceptarme tal cual soy y a sentir lo que mi cuerpo podía hacer. La gente cree que las modelos son seguras de sí mismas, y se llevan el mundo por delante. Pero no es así…siendo modelo, sos juzgada por tu apariencia constantemente. Y no es fácil, sobretodo siendo tan joven. Y recién a mis cuarenta sentí plena seguridad y admiración por mi propio cuerpo. No por su aspecto, sí no por su capacidad, fuerza y manera en el cual se expresa.

- ¿Qué emociones quisieras despertar en los espectadores de tus fotografías y en el modelaje?

Muchas veces cuando estoy tomando fotos siento mucha emoción porque me hace sentir  y eso es lo que quisiera que mis espectadores puedan lograr también. Es como que me transporto a un lugar entre la realidad y la fantasía. Creo que mis fotos tienen mucho movimiento si bien son una imagen estática, me gusta capturar el movimiento en el momento justo. Mis protagonistas parecieran levitar en un mundo de fantasía; me inspiran los grandes fotógrafos de moda como Herb Ritts, Mario Sorrenti, Paolo Roversi, Javier Vallonrhat, quienes han influenciado mi ojo artístico. Mi sueño es lograr trabajar en conceptos que nos inspiren, que nos eduquen y que nos hagan sentir plenos. Considero que a través de la imagen nos llegan mensajes de una manera muy profunda. Aún más que las palabras. Cuando uno tiene un concepto y un ojo artístico, no importa el medio y como uno lo logre, lo que importa  es el resultado.

- ¿Cómo es vivir en New York, esta ciudad tan enérgica, tan cosmopolita?

Hay más de una respuesta a esa pregunta, vivir en New York creo que por muchos motivos me fascina. Esos motivos son que es una ciudad muy cosmopolita, se puede hacer casi todo lo que uno quiere y  hacerlo de la mejor manera. Las posibilidades son infinitas en todos los rubros. En cuanto a lo artístico estar en esta ciudad, si bien la competencia es muchísima, es realmente  inspirador. Es una ciudad que uno nunca termina de descubrir.Por otro lado no es una ciudad fácil, tiene energía de consumo y de actividad muy altos para mi gusto en este momento de mi vida. Como que uno siempre está en las corridas y de alguna manera la ciudad te crea una ansiedad que cuesta controlar. Yo ya vivo hace veintiún años acá, así que me acostumbré pero a veces sueño con vivir en un lugar más tranquilo cerca de la playa, con un clima más de verano todo el año y como decimos en Argentina, poder bajar un cambio.

VER NOTA COMPLETA EN REVISTA SOLO LÍDERES Nº 81