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Cuando en 1911 el profesor y explorador estadounidense Hiram Bingham llegó al Machu Picchu, no tardó en reconocer la importancia de su hallazgo. Entre las primeras palabras que plasmó por escrito sobre la ciudad incaica hizo mención al "poder de su hechizo" y a la "variedad de sus encantos".

Pasaron tres siglos y medio desde que los incas abandonaron el lugar hasta que Bingham arribó a él. En el medio, la llacta (asentamiento incaico) fue visitada en varias ocasiones e incluso contó con pobladores ocasionales. Pero nadie tuvo una cabal comprensión de su magnitud como el experto de la Universidad de Yale, quien realizó imponentes tomas fotográficas y se dedicó a difundir lo que había visto. No todo fue amor por el conocimiento: Bingham se llevó ilegalmente más de 46.000 piezas arqueológicas del Machu Picchu, que le proporcionaron una enorme riqueza.

Si bien el mérito del norteamericano es notable, no se puede afirmar que fue quien "descubrió" una ciudad perdida de los incas. El agricultor y explorador cusqueño Agustín Lizárraga llegó al Machu Picchu en 1902, según reconoció el propio Bingham en un primer momento, aunque luego de a poco lo fue excluyendo de sus relatos.

La historia del magnífico Machu Picchu comenzó a escribirse en torno a 1450. Fue el monarca Pachacútec quien impulsó su construcción, eligiendo un espectacular emplazamiento entre los cerros Huayna Picchu y Huchuy Picchu, a más de 2.400 metros de altura. Los historiadores creen que el Machu Picchu fue un complejo que combinó edificios civiles con zonas religiosas y terrazas de cultivo.

Se estima que la población de la urbe osciló entre los 300 y los 1.000 habitantes, dependiendo del momento. El esplendor, claro, no fue eterno. En 1531 estalló la guerra civil incaica y tres años después los españoles invadieron el Tahuantinsuyo (imperio incaico), dos factores que llevaron al abandono del Machu Picchu. Poco a poco, la naturaleza empezó a ganar terreno y el bosque fue cubriendo las edificaciones que, con maestría, habían levantado los incas. Siguieron tiempos de visitas esporádicas hasta que quedó documentado el arribo de Lizárraga y el redescubrimiento de Bingham. Se inició así la historia moderna del Machu Picchu y su posterior explotación como atractivo histórico, cultural y turístico.

En 1929, el Estado peruano sancionó la Ley Nº 6634 y así el Machu Picchu se convirtió en Monumento Nacional. Con la intención de optimizar la protección, en 1981 se creó el Santuario Histórico de Machu Picchu - Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu (SHM-PANM), una enorme superficie de 37.300 hectáreas que atesora más de sesenta monumentos arqueológicos y que en 1983 fue reconocido por la UNESCO como parte del Patrimonio de la Humanidad. Dichos monumentos están enlazados por una red de caminos que integran el Qhapaq Ñan, el maravilloso sistema vial incaico que llegó a tener una longitud de más de 30.000 kilómetros y recorría distintas regiones de los actuales territorios de Perú, Ecuador, Bolivia, Chile e incluso Argentina.

La historia, por supuesto, resulta fascinante. Pero en el SHM-PANM también se luce la naturaleza andina en todo su esplendor. Pumas, zorros y cóndores son algunos de los animales que viven en el área.

Lo habitual es llegar al Machu Picchu desde Cusco, que supo ser la capital del Imperio inca. De hecho, ese trayecto es uno de los recorridos turísticos más populares de Sudamérica. Permite atravesar pueblos pintorescos como Písac y Ollantaytambo que, con sus construcciones añejas y sus mercados, son un atractivo en sí mismo.

La zona donde se encuentra Machu Picchu es conocida como Valle Sagrado de los Incas. Es en Chillca donde nace el Camino Inca, el tramo de 43 kilómetros que permite llegar a la legendaria ciudad inca, desde donde se puede admirar el cañón del río Urubamba y la cordillera de Vilcabamba. Al Camino Inca solo se puede acceder con una agencia de turismo autorizada: el sendero tradicional se completa generalmente en cuatro días hasta alcanzar la Puerta del Sol, el ingreso a Machu Picchu. Se recomienda viajar entre abril y septiembre, ya que es la estación seca y hay menos probabilidades de precipitaciones.

Cabe destacar que en Machu Picchu se encuentra el Museo de Sitio Manuel Chávez Ballón, inaugurado a fines de los '60 y totalmente remodelado en 2005. Cuenta con cuatro salas que presentan muestras permanentes y que, a través de objetos arqueológicos, paneles y videos, ayudan a entender la relevancia de la llacta.

 

Machu Picchu es un orgullo del Perú y un tesoro que trasciende las banderas. Cada año, miles de viajeros aspiran a cruzar la Puerta del Sol para maravillarse con su arquitectura, sorprenderse con sus vistas panorámicas y conocer en profundidad la rica cultura incaica.

Esa pasión que provoca en los turistas es, sin embargo, un riesgo. Se estima que la antigua ciudad se hunde unos 15 centímetros al año, una particularidad atribuida a la geología de la región pero también a la afluencia de visitantes.

Con el objetivo de mantener abierto el espacio pero, a la vez, garantizar su conservación, las autoridades fijan cupos de ingreso al Machu Picchu. Asimismo establecieron diversas pautas, como la prohibición de usar calzado de suela dura o con tacos. La idea es que tanto los peruanos como quienes llegan desde otras partes del mundo puedan seguir disfrutando el encanto del Machu Picchu sin poner en peligro su subsistencia.

Guía de viaje

Machu Picchu es una antigua ciudad incaica que se encuentra en la provincia de Urubamba, departamento de Cusco (Perú). Se localiza a más de 2.400 metros sobre el nivel del mar, en la zona conocida como Valle Sangrado de los Incas. Los tours suelen partir de la ciudad de Cusco, situada a 80 kilómetros de distancia. A Cusco, a su vez, puede llegarse en avión desde Lima a través de un vuelo que dura una hora y cuarto aproximadamente. Para más información, es posible visitar el sitio web oficial de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo: http://www.peru.travel