Detrás de un mineral adorado en joyería por los trabajos extraordinarios que permite realizar se esconden historias, usos y creencias que contribuyen a la fascinación colectiva por los rubíes. Los accesorios que las damas de la realeza eligen para actos protocolares, eventos familiares y compromisos sociales en más de una ocasión le dan protagonismo al rubí, una de las piedras preciosas más maravillosas, y costosas, del planeta. Varias tiaras lucidas por la reina Máxima de Holanda y unos aros de la reina Letizia son apenas unas referencias de la presencia que tiene este material en las joyas de la corona.
Basta con observar alguna creación con incrustaciones de rubíes para quedar alucinados por la magia de este elemento que es mucho más que un poderoso mineral cristalizado que adorna collares, pulseras, anillos o coronas.
A lo largo de la historia, este tesoro rojizo cuyo nombre se extiende en categorías como rubí de Bohemia, rubí oriental y rubí del Brasil ha tenido incontables valoraciones y aplicaciones.
Se dice por ejemplo que, cuando un matrimonio festeja cuarenta años de casados, celebra sus bodas de rubí y que esta gema le trae buena suerte a los nacidos bajo el signo de Capricornio. Aquellos que confían en los beneficios de las piedras, en tanto, la aprecian por su poder curativo, un atributo que chamanes y curanderos ya aprovechaban en la antigüedad para enfrentar las desgracias y los problemas de salud. Por su esencia roja, este codiciado mineral que en India llegó a considerarse como “el rey de la pedrería” es un talismán admirado por su belleza, ostentado por su importancia como símbolo de estatus y fundamental para el amor porque atrae la pasión y el romance.
Invertir en una joya costosa vale la pena cuando el accesorio puede lucirse con comodidad y confianza. Cuando el producto se hace parte del look y se exhibe en una ocasión especial con elegancia y orgullo, la perfección de las piedras preciosas le da brillo, sofisticación y belleza a quien porta la pieza. Un collar, un par de aros o un anillo de gran calidad captan todas las miradas, por eso es tan importante saber elegirlos.
En el caso de querer engalanarse con rubíes, lo primero que hay que tener en cuenta es su color. Su tonalidad debe ser fuerte y distinguirse frente al resto al observar cada gema en condiciones de luz natural: frente a la versión conocida como Sangre de Pichón por la pureza del rojo, las demás posibilidades suelen quedar relegadas. También hay que poner bajo consideración su luminosidad y transparencia ya que su máxima calidad está asociada a estas cuestiones y a un bajo nivel de imperfecciones. La apariencia esmeralda u oval y un peso estimado de entre tres y cinco quilates son otros detalles a valorar.