El don que desde hace años le permite a Adele hechizar a multitudes con su enigmática voz, o ejecutar instrumentos y componer temas de manera extraordinaria, no la esclaviza. Esta reconocida artista internacional de innegable talento elige ganarse la vida a través de la música pero no deja que las exigencias de la industria la dominen y la obliguen a una permanente exposición pública que le resulta incómoda. Si bien puede ocurrir que en el competitivo universo musical alguien la destrone, Adele prioriza su bienestar y pone sus límites cuando los cree necesarios sin temerle a las consecuencias.
Del anonimato al reconocimiento mundial
El canto sedujo desde edad temprana a esta celebridad que nació en suelo londinense el 5 de mayo de 1988. Penny Susan Adkins fue quien la trajo a este mundo fruto de una relación con un mecánico de barcos llamado Mark Evans que tenía problemas de alcoholismo y abandonó el hogar familiar apenas dos temporadas después de la llegada de Adele.
A los cuatro años, dicen los registros, empezó a dar muestras de aptitud e interés musical. En ese entonces experimentaba de manera amateur poniendo a prueba su voz para interpretar canciones en diferentes tonos.
Ya más grande, egresada del Brit School, compartió unos demos suyos a través de MySpace, una verdadera vidriera para esta todavía debutante artista que gracias a esos contenidos logró firmar su primer contrato como cantante. Quienes la descubrieron fueron integrantes del sello XL Recordings.
A medida que sus propuestas musicales fueron traspasando las fronteras y los seguidores comenzaron a crecer, esta británica que sigue percibiéndose como una de las tantas chicas londinenses perdió privacidad y comenzó a padecer el lado B de ser una cantautora consagrada.
Desde su punto de vista, la fama asusta porque es tóxica e invasiva. En su caso, además, experimentar pánico escénico y ansiedad, la ha obligado a buscar soluciones por medio de la hipnosis.
Adele apunta a resguardar al máximo su vida personal y conservar de alguna manera su privacidad, pero no se esfuerza por cuidar el negocio construyendo una imagen idealizada de ella, que en verdad no la describe. Admite ante la prensa sus debilidades, sus preocupaciones y no aspira a parecer perfecta. Es consciente que a medida que crece su éxito, se profundiza cada vez más la presión sobre sus hombros. Por eso ama el bajo perfil.
Más que aplausos y elogios
Aunque reniegue de los efectos colaterales de brillar con luz propia gracias a sus virtudes vocales, Adele ha conseguido llegar lejos y superar, incluso, sus propias expectativas desde que hizo del canto, su fuente de ingresos.
Más de una decena de Premios Grammy, un Oscar y triunfos en los Billboard respaldan en la actualidad la trayectoria de esta mujer que entre sus hazañas más asombrosas, logró ser por sí misma un motivo más que suficiente como para que se diseñe un estadio desmontable exclusivo para los shows que ha dado en Múnich.
Si bien los astros suelen estar de su lado poniendo la buena suerte a favor de Adele, la creadora de álbumes como “25” y “30” no siempre se siente satisfecha con sus obras. Ya convertida en madre, aseguró en una oportunidad, que deseaba desarrollar un proyecto discográfico inspirado en la maternidad.
Ejemplo de superación y lucha
La vida la ha premiado con el reconocimiento mundial de su talento artístico y el cariño incondicional del público. También le ha permitido descubrir en carne propia su faceta de madre y demostrarse a sí misma que cada día, puede estar y sentirse mejor.
Sin embargo, no siempre los vientos soplaron a su favor y en esas instancias difíciles, se vio forzada a encontrar refugios y motivaciones que le permitieran, de algún modo, salir adelante. Con resiliencia y una enorme fuerza de voluntad, Adele se ha ido haciendo más poderosa y menos vulnerable a medida que fue dejando atrás capítulos complejos de su existencia. De abordar su historia personal como una película, las escenas dramáticas ya aparecerían al inicio del filme dado que es descendiente de una mujer que la crió y educó con mucho sacrificio en soledad, sin poder conseguir que esta estrella de la canción creciera también cerca de su papá.
Más allá de todo, hubo tiempo de perdón y comprensión por parte de esa hija abandonada que si bien sufrió considerablemente por la falta de responsabilidad y presencia paterna, le tuvo piedad a ese progenitor imperfecto adicto al alcohol, con el cual, lamentablemente, nunca pudo mantener un lazo sano ni armonioso.
El sobrepeso, más que una cuestión que hacía peligrar su salud, fue para ella un enemigo que la hizo vulnerable al bullying en su época de estudiante, mientras que su debut como madre estuvo opacado por la tan temida depresión posparto. El paso de los años, los recursos que fue sumando, la paz mental alcanzada y su fuerza de voluntad hicieron una impactante transformación en Adele, quien cambió tanto interna, como exteriormente.
Revelaciones de Adele
Si bien gozan las bondades de la fama y suelen recibir inmensas muestras de cariño de parte del público, las celebridades tienen que lidiar permanentemente con las consecuencias de haber perdido el anonimato y ser el centro de todas las miradas, en especial desde el auge de las redes sociales y el empleo extendido de dispositivos con cámara incorporada.
En una era marcada por la crítica fácil y los ataques virtuales de los llamados haters, vale la pena dejar de lado opiniones personales o prejuicios y limitarse, al menos por una vez, a armar con objetividad el perfil de una aclamada artista en base a las declaraciones públicas que ella ha ido haciendo, sin emitir ninguna clase de juicio de valor ni dejándose llevar por las apariencias.
Más allá de darle valor a sus dichos y mantenerse imparcial al construir una imagen justa sobre ella, es importante dejar que sus actos también la describan y reflejen sus valores.
Demostrarle respaldo en público a la comunidad LGBTIQ+ hasta el punto que, por ejemplo, interrumpir momentáneamente uno de sus conciertos para contestarle y ponerle un freno a un espectador que realizó un comentario homofóbico, es una evidencia de su compromiso social.
Desafíos y planes que trascienden
la industria musical
Según le ha contado a la prensa, Ángelo, su pequeño hijo nacido en octubre de 2012, la supera en inteligencia y comparte con ella el entusiasmo por celebrar sus respectivos cumpleaños a lo grande, abarcando desde varios días hasta semanas enteras de festejos.
Cuando la familia que siempre conformarán con Simon Konecki cambió de realidad a raíz del divorcio de la pareja, el pequeño Angelo atravesó la situación planteándole a su madre preguntas que, desde la perspectiva materna, han sido realmente buenas y llenas de inocencia para las cuales lamentablemente, no tuvo respuesta.
El descendiente de ambos a su corta edad quería llegar a comprender, entre otras cuestiones, por qué sus padres no podían seguir compartiendo una vivienda. La ruptura matrimonial, aseguró por entonces Adele, no fue consecuencia de un enfrentamiento sino de simplemente, tomar conciencia de que habían dejado de ser felices juntos y que lo más conveniente sería, por lo tanto, seguir sus caminos por separado aunque siempre poniendo como prioridad el bienestar del hijo en común.
Una vez que esa herida sanó, nuestra talentosa británica volvió a apostar al amor y a recuperar estabilidad sentimental, esta vez de la mano de Rich Paul, un adinerado agente deportivo que tiene tres descendientes fruto de relaciones pasadas. Este romance se ha afianzado lo suficiente como para convencerla de arriesgarse a una nueva boda y a ilusionarla con la idea de tener más herederos.