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El momento más esperado del día es el comienzo del  Happy Hour, esa hora feliz en la que residentes y turistas se encuentran para compartir un momento con amigos, disfrutar de buena música y una rica cerveza. En el Reino Unido y en Inglaterra, desde hace cientos de años esa válvula de escape son los entrañables pubs, abreviatura de “public houses”.

Hay una nación que hace de los pubs, uno de sus sellos característicos: Irlanda. La patria de James Joyce y Samuel Beckett, supo transformar estos establecimientos en un ícono de su cultura que incluso actualmente se multiplica a lo largo y ancho del planeta.

Legado histórico

Los primeros pubs irlandeses solían comercializar sus propios whiskies y cervezas artesanales. Allí se encontraban los trabajadores al finalizar su día laboral con la intención de conversar y pasar un rato ameno antes de regresar a sus hogares. También eran un punto de encuentro para los viajeros que, por distintos motivos, llegaban a los pueblos.

De a poco, los irish pubs fueron forjando su propia identidad. Su estética, basada en un uso extendido de la madera y en la decoración de estilo victoriano, se volvió fácilmente reconocible, al igual que su atmósfera intimista, llena de símbolos celtas y carteles cerveceros.

 *Ese rico pasado se hace visible en el reconocido Sean’s Bar, considerado el pub más antiguo del continente europeo. Ubicado a mitad de camino entre Dublín y Galway, sus orígenes se remontan al año 900 y aún sigue cautivando a quienes buscan degustar una pinta de cerveza negra o una medida del mejor whisky.

The Brazen Head es otro emblema de los pubs de Irlanda. Fue fundado en 1198 y se trata de uno de los espacios más animados del centro de Dublín. Por sus legendarias mesas pasaron personalidades como Jonathan Swift y James Joyce, quien incluso lo nombró en su notable “Ulises”.

El circuito de pubs históricos de Dublín también incluye a The Temple Bar –famoso por sus shows en vivo– y a Mulligan’s, que superó los doscientos años de existencia. Pero no hace falta acercarse a un sitio de renombre para contemplar la magia de estos lugares, sino que simplemente de trata de dejarse llevar por el instinto y animarse a darle una oportunidad al rincón que parezca más acogedor o llamativo.

Marcas que dejan huella

Cada pub irlandés se enorgullece de su menú de cervezas tiradas. Pero hay un nombre clásico que no suele faltar, ya que atrae tanto a los locales como a los turistas: Guinness. Desde que Arthur Guinness abrió su fábrica cervecera St. Jame’s Gate Brewery en 1759, su marca creció sin pausa hasta erigirse en un verdadero gigante.

La planta de Guinness supo ser la más grande del planeta. Miles de personas desean llegar cada año a Dublín para visitar sus instalaciones y conocer su museo. Y, por supuesto, probar una stout con su inconfundible espuma.

El mismo grupo empresario que hoy administra Guinness tiene a su cargo la elaboración de la cerveza Kilkenny, otro producto muy apreciado por su cremosidad que se luce en los pubs de estilo irlandés. Al igual que Murphy’s, que desde 1856 cautiva a los paladares más refinados gracias a su dulzor.

Estas cervezas están entre las más conocidas, aunque hay muchas otras que se fabrican en Irlanda y tienen sus adeptos. Además hay que tener en cuenta que existen incontables preparaciones inspiradas en ellas que nacen diariamente en pequeñas y grandes cervecerías de todo el globo.

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