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Los muros permiten delimitar, dividir o cerrar una construcción o un terreno. Cumplen, por lo tanto, una función muy importante. Pero su relevancia va más allá de su objetivo original. El hombre prehistórico encontró en ellos el lugar ideal para registrar sus vivencias y comunicarse. Por eso las pinturas rupestres constituyen una incomparable ventana al pasado más distante. El devenir de los siglos trajo consigo la creación de muchos otros soportes para expresarse pero las paredes, de una manera u otra, siempre mantuvieron su preponderancia. El muralismo, en este marco, es la técnica que consiste en el desarrollo de obras artísticas en los muros.

Una explosión de color

El arte no vive solo en museos y galerías especializadas. De la mano de talentosos muralistas, se cuela en el alma de las ciudades y aparece a la vuelta de la esquina. Una pintura colorida a gran escala se erige como un elemento disruptivo que modifica el paisaje urbano y lo resignifica.

Nueva York es una de las urbes que asombra por la belleza de sus murales. Varios de los más impactantes llevan la firma de Eduardo Kobra, un brasileño que inició su carrera realizando grafitis en la adolescencia y luego se posicionó como un referente internacional del arte callejero. Kobra se dio a conocer en La Gran Manzana a través del “O Beijo” (“El Beso”), una maravillosa obra que creó en High Line en 2012 y que fue eliminada cuatro años más tarde. En ella reinterpretó una icónica fotografía que Alfred Eisenstaedt realizó en 1945, cuando numerosos estadounidenses celebraban en las calles la finalización de la cruenta Segunda Guerra Mundial. Más adelante, en 2018, Kobra llevó a cabo casi una veintena más de murales en Nueva York como parte de un proyecto bautizado “Colors of Liberty”. En Brooklyn y en Manhattan, de esta forma, pueden apreciarse magníficos retratos de Albert Einstein, Amy Winehouse, Frida Kahlo, Elvis Presley, la Madre Teresa de Calcuta, Andy Warhol, Jim Morrison y Michael Jackson, entre otras personalidades homenajeadas por este artista nacido en San Pablo.

El misterioso Banksy

Uno de los máximos exponentes de las expresiones artísticas urbanas es un británico conocido como Banksy. Poco se sabe de su biografía, incluso, especulaciones y versiones al margen, se desconoce su nombre real. Pero sus grafitis en las paredes de localidades inglesas como Liverpool, Londres y Brighton y en otros puntos como San Francisco, Melbourne y Gaza, han dado la vuelta al mundo por su maestría. En el trabajo de Banksy, lo principal es el mensaje, cargado de crítica social, sátira y sarcasmo. El contenido de sus impactantes obras, de este modo, invita a reflexionar sobre diferentes problemáticas mundiales.

Banksy, por supuesto, no fue el primero en aprovechar los murales para transmitir una proclama. A comienzos del siglo XX, por ejemplo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros artistas dieron nacimiento al célebre muralismo mexicano, que apuntó a fortalecer y difundir los ideales de la revolución que tuvo a Pancho Villa y Emiliano Zapata entre sus líderes. El Palacio Nacional, el Palacio de Bellas Artes, la Suprema Corte de Justicia y la Escuela Nacional de la Preparatoria son algunos de los edificios que gozan el privilegio de contar con joyas del muralismo mexicano.

Técnicas y materiales

al servicio de la expresión

Así como hay artistas que dibujan directamente sobre la pared y otros que disponen una capa previa de material para pintar al fresco, Banksy despliega su magia haciendo uso de la técnica conocida como esténcil. La utilización de cerámicas y mosaicos, la generación de relieves y hasta la combinación de vidrios de colores también son opciones elegidas por los muralistas. En esta diversidad, hay un nexo que une a todos los murales: la monumentalidad. Ya sea en una pared exterior o en una interna, abarcan una gran superficie y pueden ser admirados desde diferentes perspectivas. Compartir una visión estética o propagar una consigna política entre miles o millones de personas es posible gracias a estos gigantes. Los lugares que los acogen, a su vez, adquieren un valor adicional.

Una fachada gris y aburrida, una muralla descascarada, un paredón olvidado… Nada mejor que dotarlos de una nueva vida con las figuras y las líneas que brotan de hombres y mujeres dispuestos a dejar su huella.

 

Trazos argentinos

Estados Unidos, Brasil, Inglaterra, Colombia y Alemania, son apenas algunas de las naciones que con orgullo, exhiben sus murales ante los ojos de sus ciudadanos y turistas. Argentina, desde hace tiempo, también forma parte del grupo de países que reconoce la importancia cultural y turística de estas invenciones.

El rosarino Antonio Berni es posiblemente el máximo símbolo del muralismo nacional. Sus pinturas muestran con precisión, el sufrimiento y las demandas de la clase obrera y de los sectores excluidos de la sociedad. Pero las expresiones a cielo abierto y el arte a gran escala trascienden a los nombres famosos. En muchos barrios porteños, en ciudades del interior e incluso en pequeños pueblos, creadores desconocidos para la mayoría de los argentinos aportan su imaginación y su destreza para engalanar las paredes. Bienvenidas sean sus contribuciones para romper la monotonía de las postales cotidianas.