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Una abuela que marcó su infancia mostrándole el milagro de la vida a través de las plantas, fue clave para acercar a Cristina Le Mehauté al mundo del paisajismo, la disciplina que desde hace décadas le permite poner su creatividad al servicio de un ambiente, demostrando en todo momento que se trata de un arte en movimiento.

En un encuentro con “Sólo Líderes”, esta mujer naturista que prefiere las bicicletas antes que los automóviles y disfruta la vida sin necesidad de tener un televisor en su hogar, repasó sus inicios y compartió su visión estética, además de contar cómo concibe cada trabajo que le toca realizar.

Cuando no está elaborando su nueva obra “Dimensiones mágicas e inimaginables”, centra su energía en el desarrollo de su documental y reserva tiempo para ejercitar cuerpo y mente por medio del canto, el piano, animación y videos el idioma inglés y la práctica de Chi Kun. Y como si esto fuera poco, como no existía la carrera de paisajismo al momento de descubrir su vocación, Cristina Le Mehauté cursó biología durante un año y se instruyó en Arquitectura, además de estudiar pintura, dibujo y escultura, áreas que la han ayudado a organizar el espacio y crear ambientaciones de ensueño. Sus “hijos destacados”, como ella

los llama, son su libro “Paisajismo como expresión” y su curso “Anímese” que inició en el 2005.

Brotes de inspiración

Cada espacio gestado por esta artista del paisaje, como Cristina se autodefine, se concibe como una auténtica obra de arte y se articula como un relato. “No puedo admitir una obra sin historia”, señaló. Las plantas, gracias a sus virtudes, la animan a trabajar confiada en su propio criterio de selección, siempre acompañada por Yaka y Yelma sus amadas perras.  

A esta altura de su carrera, la responsable de creaciones  paisajísticas como “Pastillas al viento”, “Puro lenguaje”, “París en Buenos Aires”, “Campiña marina” y “Pasión”, ya no se guía por fanatismos sino por la historia de quien le encarga un proyecto, el estilo de la propiedad o lugar a ambientar, el suelo, el clima, la ubicación geográfica y el nivel de mantenimiento que se le dará al trabajo. En una charla con nuestra editorial, Cristina Le Mehauté nos habló de sus sueños cumplidos y otros por concretar…

Cristina, ¿desde cuándo comprendiste que tu pasión sería el paisajismo? ¿Cómo nace un proyecto?

- Supe que era lo mío siendo yo muy pequeña, cuando vi a mi abuela con barro entre los dedos, jugando con tacitas francesas a ponerles gajos de plantas desconocidas y suculentas. Con el tiempo comprendí cuáles eran las condiciones que debe reunir un excelente trabajo de paisajismo: conectarse con el cliente y descubrir su sueño, respetar la casa, su arquitectura y el espacio circundante. Investigar una y otra vez qué es lo mejor para que el tiempo sea un amigo y no un enemigo. Soy muy intuitiva y en todo momento, en el caso del encuentro con el cliente, su respiración, una mirada, una palabra, un simple gesto, me sirven para conectarme y sentir qué necesita y a partir de allí, realizo el proyecto.

Me encantó tu definición: que armás espacios como si fueras ir contando un cuento... También manifestás que todo jardín debe recoger una historia...que sea una metáfora...que pueda emocionar...

-Sí. El camino para mis diseños, es justamente descubrir el cuento, el recorrido viene por añadidura, no puedo admitir una obra sin historia, en muchos casos el cliente no se entera, pero yo necesito jugar ese juego. En cada centímetro hay una justificación de un condimento que sostiene la metáfora. El relato, está en cada centímetro de lo que sucede y es lo que llega al terreno sensible del otro.

También manifestás que las plantas son como las personas, ¿por qué?

-Esto surgió una vez, hace muchos años, lo descubrió un cliente mío, MarceloTinelli, quien me da permiso para que lo nombre, al cual le encantaba que recorramos el campo, para que yo le hablase de las plantas, pero lo que más le gustaba era que yo no lo hablaba, ni científicamente, ni agronómicamente, sino que las describía como si fuesen personas en realidad, doy el ejemplo: ¨ella es muy gauchita, no se muere nunca¨, “a ella le gusta que la mimen, sino puede sufrir mucho¨, ¨ella es imponente, difícilmente pases al lado y no la registres¨, ¨ella es como ciertos personajes que no se sienten lindos pero atraen por su perfume”, es una lista infinita, casi como plantas que conozco.

¿Cuáles son las plantas que preferís? ¿Cuál es tu criterio de selección?

-Siempre sugiero las plantas que estoy segura que funcionan y perduran, ya pasé por la época de los fanatismos por alguna especie, pero sí debo reconocer, que hay plantas que tienen muchas virtudes y son una tentación. Mi criterio de selección es muy simple. Responder primero a la cultura del cliente, que en general viene de la abuela y la infancia, respetar a ultranza el estilo de la casa, hotel, edificio o entorno, la  ubicación geográfica, evaluando suelo y clima, y si va a haber una inversión en mantenimiento o no. Amo a las personas que ponen sus manos en la tierra porque me parece que nos cuidan, nos nutren y dependemos de ellos. Porque un jardinero o quien ama la tierra, es el que va a hacer que quienes hicimos un proyecto nos podamos lucir en el tiempo, es necesario enseñar a querer la tierra, lo que pueden hacer en ella y la gloria que es ver el resultado final. El estudio de la botánica y la arquitectura me ayudaron a proyectar un paisajismo, en esa época no quería hacer agronomía, ni quería realizar cultivos. Arquitectura me fortaleció muchísimo, junto a la escultura, el dibujo y la pintura, reconozco que  me ayudaron a organizar el espacio.

¿Cuáles son los trabajos más bellos que has realizado y que recordás muy especialmente?  ¿Cuál es ese paisajismo que deseás realizar pero que aún está en tus sueños?

-Lo sintetizo así. Yo tenía una bisabuela, que tenía once hijos y cuando le preguntaban a cuál quería más, ella respondía que eran como los dedos de la mano, todos necesarios y bellos. Yo, tampoco tengo preferidos. Quizás pensándolo bien recuerdo un trabajo que realicé en Casa Foa, que no tuvo premio, pero tal vez se lo dedique a mis abuelos en el Hotel de Inmigrantes. Ese espacio sí se ganó varias páginas en mi libro. En relación a los sueños, anhelo realizar una plaza homenaje a todas nuestras mujeres, las que lucharon por nuestro país y un agradecimiento también a nuestro planeta, disculpándome por todo lo que lo hemos maltratado.

Si tuvieras que definirte en breves palabras, ¿cómo lo harías?

-Destacaría mi mirada siempre observadora, manos en el barro y los pies en la tierra, como buena taurina. En lo personal soy inquieta, ecologista, naturista, y desde hace diez años mi vehículo es una bicicleta, no me canso nunca de andar, me siento un ser libre de pensamiento, me hace mal la injusticia y la desigualdad. En lo profesional, soy autodidacta, me autodefino como una artista del paisaje, porque me agudiza los sentidos y no me debilita el camino hacia la dificultad. Mis obras son mis hijos. Mis clientes, los jardineros y mis proveedores, son mi familia.