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El Arquitecto Martin Zanotti, cursó sus estudios en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, mientras paralelamente trabajaba en el estudio de su padre. Luego de colaborar con algunos estudios de arquitectura e interiorismo como el de Alfred Fellinger, abrió su propio estudio: “Martin Zanotti Arquitecto”. Desde el comienzo de su ejercicio profesional, se ha distinguido por su manera única de abordar las obras, poniendo en valor el diálogo interdisciplinario, sincronizando el impulso creativo y permitiendo alcanzar una expresión estética y funcional de excelencia.

En una charla con este profesional fuimos delineando algunos conceptos que realzan su personalidad y nos introduce en el mundo del diseño.

- Martín ¿cómo definirías tu estilo?

Tengo un lenguaje que es sumamente abstracto, relacionado probablemente a la forma en la que entiendo la construcción del carácter de los espacios. Mi concepto es que hay un espacio para darle un uso, pero esa función no la establezco yo. El cliente define ese uso, yo sólo lo reinterpreto. Si limito ese espacio con un estilo, limito la vida de sus habitantes. Mi teoría es que ese lugar, cuanto más limpio y puro sea, mejor, porque doy más libertad. Si el decorador hace un espacio muy condicionante en un estilo está limitando a un determinado uso. Cuando diseñé el primer baño en Casa FOA acá no existía el minimalismo y les encantó. Algunos me signaron como el precursor de este estilo en la Argentina, pero no estoy de acuerdo. Mi trabajo se relaciona con esa tendencia porque propongo la abstracción, pero como resultado de dos criterios: el protagonista es el usuario y la función antepuesta a otros valores. En ese proceso de construcción de función y carácter con la abstracción como punto de partida aparecen recursos o herramientas como la descontextualización de materiales o elementos que plasman la identidad de ese protagonista en el nuevo marco estético creado.

- Respecto a tus clientes, ¿cómo trabajas el vínculo con ellos?

Disfruto en igual medida de los encargos de clientes particulares –muchos vuelven después de experiencias felices anteriores- y corporativos, algo que me obliga a desarrollar otro costado de la profesión que me apasiona. El perfil y la categoría de las obras que ejecutamos implican un enorme acercamiento al estilo del cliente o empresa. Ya sea arquitectura residencial o de identidad corporativa se trabaja de forma muy cercana con el comitente con especial atención e interpretación de lo que comunican. De esta forma se logra comprender su esencia y poder generar la empatía necesaria para crear una obra que se ajuste a la perfección a sus requerimientos.

Trabajo con intensidad, la misma con la que me vínculo con mi adorada familia: mis padres, a quienes reconozco que me han dado como capital más grande el haber realizado ellos mismos sus vocaciones; los dos se sintieron plenos haciendo lo que les gustaba, y eso fue para mí la enseñanza más importante de la vida.

- ¿Cuál es tu idea de la originalidad en la Arquitectura?

Creo que ya está todo inventado. A su vez, todo me parece inspiración, pero un trabajo se convertirá en una obra cuando llega al alma. Con lo primero que nos encontramos es con la hoja en blanco y es el momento donde empieza la búsqueda de la esencia de la materialidad. El diseño es la consecuencia de nuestra forma de vida, debe ser adecuado porque su función es muy importante. La obra funciona cuando gana la estética, que es el punto de partida desde donde debemos partir.

Cuando se carga la obra de símbolos y significados y aparece la personalidad, nos muestra al usuario. Debemos demostrar coherencia entre lo que hacemos, cómo lo hacemos y quiénes somos.

A mí me parece que la posibilidad de “hacer” todo el tiempo es fabulosa. Uno nunca sabe muy bien para dónde va, y está bien que sea así; va fluyendo en el camino del río y se deja sorprender con lo que le va mostrando su cauce, sus accidentes. Yo no soy un tipo de grandes ideas. Soy un luchador, un tesonero, un hombre de constante esfuerzo.

Solsona siempre decía que está el tipo de la idea genial y el tipo del calco sobre el calco. Personalmente me identifico más con el segundo. Quizás mis ideas no son grandiosas, son de orden estructural.

-¿Cómo es tu estudio, tu lugar de trabajo, en cuanto a lo estético y la calidez?

Acompañado de toda la gente que trabaja conmigo y que formé a lo largo del tiempo, le di entidad al estudio actual desde el que abarco una amplia demanda de obras de Arquitectura, interiorismo, paisajismo, trabajando con un concepto integral que se resume como “una lectura del diseño general de un proyecto”. En 2017 nos instalamos en un departamento antiguo en el característico barrio porteño de Recoleta, en el corazón del distrito del interiorismo más prestigioso de la ciudad.

El estudio fue reformado para adaptarlo a las necesidades de un gran equipo de trabajo; además, claro, de dotarlo de la necesaria identidad propia, con un fuerte virtuosismo arquitectónico del espacio e introduciendo notas de rajante contemporaneidad; un tono de pared, una mezcla osada en el mobiliario, una obra de arte, un arreglo de flores. Hay cálculo, hay rigor, hay obsesión. Y sin embargo, también existe lugar para la sorpresa, para la exclamación, algo parecido a lo que sucede con lo sublime. El diseño del espacio presta idéntica atención a lo general, a lo particular, logrando un resultado de coherencia estética, sin fisuras. Somos un grupo de personas que nos comportamos como una gran familia. Por este motivo, el objetivo principal a la hora de reacondicionar el ecléctico departamento fue mantener su aspecto de vivienda y sensación de calidez.

 

 

 


Autor: Editorial Sólo Líderes