En 1876, el príncipe de Gales, Alberto Eduardo, visitó la India. Dispuesto a recibirlo con todos los honores, el marajá de Jaipur, Ram Singh, decidió pintar toda la ciudad de rosado, un tono que simboliza la hospitalidad. Desde entonces, esa es la característica distintiva de la capital de Rayastán, un sitio fascinante que maravilla con su historia, sorprende con su cultura y cautiva con sus espacios verdes. Recorrer Jaipur es una experiencia única que estimula todos los sentidos gracias a su vibrante energía.
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